Silencios profundos, que chillan, que cortan el aire. Envuelto en una multitud te puedes sentir solo, atrapado en un mundo aparte y alejado de todo, me viene a la mente el título de la canción de Alejandro Sanz, "Mi soledad y yo".
En la soledad puedes sentir abandono, resignación, aislamiento, tristeza, desamparo... también te puedes sentir bien, te puedes sentir cómodo, yo la verdad que entre las aguas de la soledad no se nadar y por lo tanto no me siento bien, necesito cariño, roce, olor, percibir algo, en definitiva sentir.
Dar, comunicar, recibir, son acciones que a todos nos atraen, nos gustan. Se suele decir que lo primero es dar para luego recibir, dar sin esperar nada a cambio, pero si desde el receptor de tu acción no hay una contribución a ese intercambio, entra la soledad en juego.
Muchas veces he dicho que no tengo miedo a la muerte, salvo en dos momentos, mi familia, y en estar solo en ese momento, la primera razón puede parecer lógica, la segunda no, sentir miedo a la soledad en la muerte, puede parecer una incoherencia, pues para mi no, y lo voy a explicar con un par de palabras. Ver por una rendija cómo y quién me recuerda o no. Quién sufre el dolor de mi ausencia, o no.
En estos momentos en los que no nos comunicamos, no amamos, no queremos, no damos, os pido que reflexionéis sobre lo que acabo de escribir, para que améis, para que respetéis, y para que la soledad, sea para el que nade bien en ella, para el que se sienta bien en ella, pero no para el que se ahoga, se pierde o se abandona en ella.
Basta un beso, una mirada, una caricia.